Ecoetiquetas

La importancia y significado de los símbolos

A pesar de que el contexto económico actual acapara toda la atención, la creciente preocupación por el Medio Ambiente se va traduciendo en pequeños y paulatinos cambios en nuestros hábitos diarios: la separación de los residuos, el ahorro energético (también por un tema económico) y de agua en los hogares, la utilización del transporte público o el conocimiento y compra de productos más responsables con la naturaleza.

Esta inquietud ambiental, convertida antes de la crisis en auténtica tendencia de consumo, ha traído consigo todo un ciclón de comunicación y mensajes publicitarios en torno a ideas que no siempre resultan claras, entendibles por el consumidor e, incluso, ciertas. Así, expresiones como ‘amigable con la tierra’, ‘ambientalmente seguro’, ‘verde’, ‘sostenible’, ‘libre de…’ son imprecisas y no tienen por qué garantizar lo que sus términos afirman.

Asociado a este fenómeno, se ha hecho necesario el desarrollo de sistemas y normas de etiquetado ambiental que garanticen una información creíble y fiable para el ciudadano, convirtiéndose el ecoetiquetado en el mejor aliado del individuo para identificar aquellos productos que son menos perjudiciales para nuestro entorno.

Es fundamental aprender a distinguir los múltiples distintivos que adornan el envoltorio de los productos que compramos. Algunos de estos sellos nos informan del cumplimiento de normativas de carácter obligatorio, mientras que otros representan procesos rigurosos que voluntariamente acepta el fabricante o productor.

Simbología obligatoria
Entre los logotipos que reflejan el cumplimiento obligatorio de la normativa el más conocido y utilizado es el punto verde (1), representado por un círculo que contiene dos flechas entrelazadas y que certifica el respeto de la legislación en materia de gestión de envases. En España este símbolo lo podremos localizar en multitud de envases de materiales tan diversos como el papel/cartón, el vidrio, el plástico, metales (como aluminio y acero) y en los briks. Podremos encontrar envases que no lo llevan, como botellas de vidrio de agua en hostelería, al estar acogidos a otro tipo de sistemas como el de devolución y retorno.

También encontramos frecuentemente otro distintivo en aparatos eléctricos y electrónicos, el denominado símbolo RAEE (2), un contenedor de basura tachado con una línea en la parte inferior. Con este marcaje se indica que dichos aparatos están sujetos a un sistema de gestión que posibilita un adecuado tratamiento cuando se convierten en residuos.

Otro logotipo similar a los anteriores es la etiqueta energética (3), que identifica el comportamiento ambiental de un producto en base a una letra que mide su eficiencia energética, la categoría A para los más eficientes y la G para los menos eficientes, habiéndose creado recientemente nuevos niveles (A+, A++ y A+++) debido al rápido avance de la tecnología, la mejora de la eficiencia energética por parte de los fabricantes y la legislación en esta materia. Este distintivo nos da una información práctica a la hora de decidirnos entre diferentes electrodomésticos, neumáticos (a partir de noviembre), automóviles e incluso edificios.

Etiquetas voluntarias
Por otro lado encontramos etiquetas que se solicitan de forma voluntaria, basadas en el análisis del ciclo de vida de un producto/servicio o en un aspecto ambiental y/o social concreto. El éxito de estos logotipos radica en la fiabilidad de la organización que los concede, la trasparencia de la certificación (existencia de una entidad independiente que gestione el trámite), la capacidad de control y verificación de los productos a los que ya se ha concedido y la difusión pública lograda.

Un estudio realizado en 2010 apuntaba que a nivel mundial existían cerca de 380 sistemas de etiquetado ambiental voluntario, a continuación mencionaremos una pequeña muestra que está presente en los productos de nuestros mercados.
-
La producción ecológica europea (4) es fácilmente reconocible cuando observamos la hoja verde formada por las estrellas de la bandera de la Unión Europea. Este distintivo garantiza un sistema de producción ecológico que limita el uso de sustancias químicas (fertilizantes, plaguicidas, antibióticos, etc.) y la manipulación genética (los organismos modificados genéticamente están prohibidos). Una forma alternativa de obtener alimentos de la agricultura y la ganadería de calidad a la vez que contribuimos a proteger el Medio Ambiente.
-
La etiqueta ecológica europea o Ecolabel (5) la identificamos mediante una flor dibujada también mediante las estrellas de la bandera de la Unión Europea. Se trata de una certificación concedida a determinados productos (excluyendo alimentos, bebidas y medicamentos) y servicios que aseguran un menor impacto ambiental dentro de su categoría y que obliga al cumplimiento de rigurosos criterios en su ciclo de producción. Los productos o servicios que pueden ostentar esta ecoetiqueta pertenecen a las siguientes categorías generales: limpieza, ropa, bricolaje, lubricantes, equipamiento electrónico, revestimientos para suelos, muebles, complementos del hogar, jardinería, papel y servicios turísticos.
-
El sello ‘Fairtrade’ (6) es un distintivo de Comercio justo que contempla aspectos sociales y económicos fundamentales y, cada vez con mayor frecuencia, promueve la adaptación a métodos de producción más respetuosos con la naturaleza. El Comercio Justo es una forma alternativa de relación comercial que asegura para los productores condiciones justas y dignas. Su distintivo garantiza salarios dignos con precios justos, la no explotación infantil, la igualdad entre hombres y mujeres y el respeto al Medio Ambiente. La gama de productos con esta certificación era limitada, pero en la actualidad la lista de bienes de Comercio Justo se ha ampliado: café, cacao, azúcar, té, chocolate, caramelos, snacks, arroz, pasta, bebidas (refrescos, cervezas, zumos), bolsas y camisetas de algodón, galletas y helados.
-
El distintivo ‘FSC’ (7) de Forest Stewardship Council o Consejo de Administración Forestal, es una etiqueta reconocida internacionalmente que promueve un manejo responsable de los bosques del mundo. La madera, el corcho, el papel y otros productos forestales provienen de montes certificados que son aprovechados de forma racional, de acuerdo a unos estándares que contemplan aspectos ambientales, sociales y económicos y que definen los niveles mínimos de una buena gestión.
-
La etiqueta ‘Energy Star’ (8) identifica a aquellos equipos ofimáticos que responden a criterios de eficiencia energética establecidos por la Agencia de Protección Ambiental Americana y adoptados por la Comunidad Europea. Productos como ordenadores, impresoras y escáneres lucen este distintivo garantizando un ahorro en el consumo eléctrico.

Autodeclaraciones del fabricante
Algunos productos que están presentes en nuestros supermercados disponen de ciertas cualidades ambientales reseñables y que se pueden difundir entre los ciudadanos. Las afirmaciones que el propio fabricante hace sobre su producto, ya sea mediante textos o gráficos, se llaman ‘autodeclaraciones’. En este tipo de etiquetas la propia compañía establece los criterios requeridos y los verifica.
Además, el componente de marketing está mucho más presente en este tipo de etiquetado, corriendo el riesgo de exagerar los beneficios ambientales de la utilización del producto.

Un ejemplo de autodeclaración es el denominado triángulo de Möbius (9), las tres flechas que todos relacionamos con el reciclaje. Esta etiqueta puede tener dos significados: que un envase es de material reciclado y también que un producto es reciclable. En ocasiones veremos un porcentaje dentro de este triángulo, esta cifra indica la proporción de material reciclado que contiene.
La tarea del consumidor en su diaria elección de productos ecológicos se complica ante la gran variedad de sistemas de etiquetados existentes en la actualidad.

En este complejo contexto es fundamental aprender a reconocer las ecoetiquetas concedidas por organismos oficiales y organizaciones fiables que, por tanto, ofrecen mayor credibilidad que las que se pueden otorgar las propias marcas. El individuo ha de huir de proclamas que no cuenten con un respaldo verificable y saber identificar distintivos que imitan a los oficiales pretendiendo compartir sus bondades además de su diseño.

Top