Cómo elegir mochilas y fulares portabebé
Una de las prácticas más socorridas para las familias que apuestan por la crianza con apego es la del porteo. Según la teoría del apego desarrollada por primera vez por John Bowlby: "Para desarrollar un apego seguro, el bebé necesita que su figura de apego tenga disponibilidad constante, que le aporte apoyo cuando lo necesita y juego interactivo y placentero".
El apego y una vida normal
Cuando esta responsabilidad recae en una sola persona que, además de estar con su bebé, tiene que salir a la calle para hacer la compra, o ocuparse de la casa, o trabajar y tener conversaciones con adultos sin escuchar el llanto que la reclama, se necesitan recursos que ayuden a liberar brazos y calmar mentes.
Se conoce como porteo al conjunto de las diferentes técnicas utilizadas para sostener al bebé contra el cuerpo del papá o mamá, liberando el uso de los brazos y mejorando la distribución de pesos para aliviar la columna. Dentro del porteo ya podemos distinguir dos variantes respecto a la posición del bebé: el porteo ergonómico y el que no lo es.
El porteo ergonómico tiene en cuenta la fisiología del bebé, adaptándose para respetar su posición natural, favoreciendo un correcto posicionamiento del fémur dentro de su acetábulo.
Las mochilas no ergonómicas, también conocidas como "colgonas", se diferencian porque dejan las piernas del bebé colgando y, por lo tanto, pueden producir con el uso una displasia de cadera.
¿Qué opciones hay?
Dentro de las opciones que nos proporciona el porteo ergonómico, encontramos numerosos estilos y marcas. Puedes empezar con un fular elástico, que os envolverá y facilitará el contacto, el calor y la lactancia. El tacto es suave y agradable por lo que se hace muy recomendable para bebés prematuros o recién nacidos.
La bandolera, a pesar de ser muy práctica por su facilidad de uso, solo se recomienda como portabebé de apoyo a otro sistema, ya que al ser asimétrica no puede usarse en períodos largos.
Las mochilas portabebés ergonómicas son el método más completo y adaptado al porteo intensivo. Si quieres utilizarla desde los primeros días, existen modelos en los que la cabeza del bebé está sostenida y sus pies no cuelgan.
Un fular-mochila
Otro sistema que gana adeptos es el mei tai evolutivo que, siendo tan fácil de usar como una mochila, se adapta a la fisiología del bebé desde el principio. Elaborado en tela de fular pero con una colocación tipo mochila, es ajustable en ancho y alto para adaptarse al tamaño y fase evolutiva de cada bebé desde el nacimiento y hasta los tres años de edad.
Todas las culturas y todas las crianzas del mundo nos han traído su experiencia en el porteo para que a día de hoy podamos elegir la que más nos atraiga y convenga. La experiencia de portear despega ahora también en las ciudades y los padres urbanos son los primeros en alternar el cochecito con las diversas mochilas.
Al fin y al cabo, lo importante es la movilidad y, sobre todo, estar cerca de ellos, ¿verdad?
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